Muy queridos fieles todos de la comunidad de San Miguel Arcángel: les escribo estas líneas con alegría y dolor a la vez; alegría por la gozosa y solemne celebración de nuestro Santo Patrono, y dolor por la imposibilidad de acompañarlos personalmente, como hubiera querido de todo corazón.

Aprovecho para saludar al Padre Daniel, y darle gracias por hacerse cargo de estas celebraciones tan importantes y entrañables.

Sabemos que los arcángeles son criaturas especialmente luminosas, creadas por Dios para manifestar su esplendor y para hacer de “puente” (de alguna manera) entre Él y nosotros, como lo vio el patriarca Jacob en aquella misteriosa visión que tuvo. San Miguel, en particular, es presentado como el custodio del honor y la gloria del Señor: “Quién cómo Dios?” es su lema, y lo que siempre busca recordarnos: no hay nadie como Dios, nadie tan fuerte, nadie tan sabio, nadie tan dulce, nadie tan misericordioso, nadie tan fiel en toda circunstancia de la vida….

Que nuestra devoción al Santo Arcángel Miguel nos ayude a tomar más y más conciencia de nuestra misión de ser como “puentes espirituales” entre Dios y los hermanos que encontremos en el día a día, y que como San Miguel, que se nos presenta como vencedor de Satanás, libremos el “buen combate de la fe” (como decía San Pablo) con la serena certeza de que el amor puede más que el odio, de que el bien es más fuerte que el mal, y de que el que con San Miguel está adherido a Dios, terminará cantando el himno de victoria que cantan en el Cielo los que han sido fieles testigos del Señor.

Les pido que no dejen de rezar por mi recuperación, para que se afiance más y más!

Con mi bendición sacerdotal, y pidiendo para todos y cada uno las bendiciones del Señor y la protección del Santo Arcángel.

Padre Carlos