Parroquia

San Miguel Arcángel

Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)

Cómo rezar el Santo Rosario
Vamos a contemplar los Misterios Gloriosos. La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo, en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe, y revive el gozo de María, quien experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado.

Para practicar esta devoción es conveniente tener en la mano un Rosario (preferentemente bendecido) para ir siguiendo, cuenta por cuenta, cada uno de los pasos.

  1. Comenzamos tomando la Cruz que está en un extremo del Rosario y nos ponemos en presencia de Dios:
    † Por la señal de la Santa Cruz, † de nuestros enemigos, † líbranos Señor, Dios nuestro.

    Aclaración: Hacer tres cruces pequeñas con el pulgar derecho: una en la frente, otra en los labios y otra en el pecho.

    † En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

    Aclaración: Con los dedos de la mano derecha tocar primero la frente, luego el pecho, luego el hombro izquierdo y por último el hombro derecho.

    A continuación rezamos el Credo:

    Credo
    Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todo poderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
  2. Pasamos a la primer cuenta del Rosario y rezamos un Padrenuestro:
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  3. Rezamos tres Avemaría (uno por cada una de las tres cuentas que siguen):
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  4. En la quinta cuenta rezamos el Gloria:
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
  5. Enunciamos el Primer Misterio y luego rezamos 1 Padrenuestro:
    Primer Misterio
    Contemplamos la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo (Mc. 16, 5-7).
    Al entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de blanco, y se asustaron.  Pero él les dijo: «No se asusten.  Si ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado, no está aquí, ha resucitado; pero éste es el lugar donde lo pusieron.  Ahora vayan a decir a los discípulos, y en especial a Pedro, que él se les adelanta camino de Galilea.  Allí lo verán tal como él les dijo.»
    Reflexión
    La resurrección es central para nuestra fe; le da sentido a la vida; de otra manera no podría, siquiera, entenderse la existencia.  Jesús nos abre las puertas de la eternidad y nos indica el camino.  Vence a la muerte, que es consecuencia del pecado, y la convierte en un paso hacia la vida eterna.
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  6. Rezamos 10 Avemaría:
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  7. Rezamos el Gloria y la Jaculatoria:
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
    Jaculatoria
    Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia. Amén
  8. Enunciamos el Segundo Misterio y luego rezamos 1 Padrenuestro:
    Segundo Misterio
    Contemplamos la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo (Hech. 1, 8-11).
    Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos de la tierra.» Dicho esto, Jesús fue levantado ante sus ojos y una nube lo ocultó de su vista.  Ellos seguían mirando fijamente al cielo mientras se alejaba.  Pero de repente vieron a su lado a dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Amigos galileos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo?  Este Jesús que les han llevado volverá de la misma manera que ustedes lo han visto ir al cielo.»
    Reflexión
    La resurrección nos llena de alegría, nos abre las puertas a la esperanza y, si bien es un hecho para observar extasiados, no debe paralizarnos y dejarnos mirando al cielo.  Jesús resucitado debe ponernos en movimiento; salir de nosotros mismos e ir a anunciar a todos la buena noticia de la salvación.  Tal como lo hicieron los discípulos de Emaús cuando reconocieron a Jesús y no dudaron en volver a Jerusalén a pesar de estar cansados, de los peligros de la noche y de haber recién llegado a su destino.  Un fuego interior, imposible de apagar, los movilizó para ir a avisar a todos que era verdad la promesa del Señor y que lo habían visto resucitado.
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  9. Rezamos 10 Avemaría:
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  10. Rezamos el Gloria y la Jaculatoria:
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
    Jaculatoria
    Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia. Amén
  11. Enunciamos el Tercer Misterio y luego rezamos 1 Padrenuestro:
    Tercer Misterio
    Contemplamos la venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los apóstoles (Hech. 2, 1-4a).
    Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.  De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.
    Reflexión
    El Espíritu Santo, Dios amor, se entrega a los hombres de una forma nueva. Ya no es la relación (que se mantiene) del Padre con los hijos, o el encuentro fraternal de Jesús encarnado (vínculo que también permanece); es la plenitud de Dios que nos regala sus dones para que podamos llegar a él y comprender su voluntad viviendo en el amor y en camino a la felicidad definitiva.
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  12. Rezamos 10 Avemaría:
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  13. Rezamos el Gloria y la Jaculatoria:
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
    Jaculatoria
    Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia. Amén
  14. Enunciamos el Cuarto Misterio y luego rezamos 1 Padrenuestro:
    Cuarto Misterio
    Contemplamos la Asunción de María a los cielos (Jn. 14, 1-3). «No se turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes.
    Reflexión
    La asunción de María es el anuncio de la salvación para todos; no es sólo Jesús que por ser Dios asciende a los cielos, sino que, María, una mujer sencilla como cualquiera de nosotros, entra en la casa del Padre. Contemplar este misterio debe movernos a interiorizar profundamente el llamado a la santidad; María no entra en la categoría de diosa o semidiosa similar a las mitologías antiguas, sino que sigue siendo creatura, pero ya plena y santificada.
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  15. Rezamos 10 Avemaría:
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  16. Rezamos el Gloria y la Jaculatoria:
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
    Jaculatoria
    Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia. Amén
  17. Enunciamos el Quinto Misterio y luego rezamos 1 Padrenuestro:
    Quinto Misterio
    Contemplamos la Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado (Lc. 1, 46-48. 52).
    María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me dirán feliz.  El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes.
    Reflexión
    Contemplar a María reina del cielo es una de las grandes esperanzas del cristiano.  En María se cumplen las promesas de Dios y ella nos muestra, con su vida, porqué se la puede llamar feliz; vivió según la voluntad de Dios y, por eso, es modelo de entrega, fidelidad y alegría. Así, los que tienen el corazón abierto a la palabra de Dios y se deciden a vivir según los consejos evangélicos, pueden acceder a la casa del Padre.  Estamos llamados a la vida para siempre, a la plenitud de la gracia, a empezar a vivir el reino desde la sencillez de lo cotidiano, con justicia, amor, paz, solidaridad y fraternidad.
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
  18. Rezamos 10 Avemaría:
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
  19. Rezamos el Gloria y la Jaculatoria:
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
    Jaculatoria
    Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu infinita misericordia. Amén
  20. Rezamos 1 Padrenuestro, 3 Avemaría y 1 Gloria por las intenciones del Santo Padre:
    Padrenuestro
    Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
    Avemaría
    Dios te salve, María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
    Gloria
    Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.
  21. Finalizamos el Rosario haciendo la Señal de la Cruz:
    † En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Te invitamos a terminar este momento de oración entonando un canto:

Intérprete: Gustavo Casetta

Canto: Alma misionera

Señor, toma mi vida nueva
Antes de que la espera
Desgaste años en mí

Estoy, dispuesto a lo que quieras
No importa lo que sea
Tú llámame a servir

Llévame donde los hombres
Necesiten Tus palabras
Necesiten Tus ganas de vivir
Donde falte la esperanza
Donde falte la alegría
Simplemente
Por no saber de ti

Compartir: