Parroquia

San Miguel Arcángel

Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

¿Cuándo y por qué se añadieron los misterios luminosos?

Juan Pablo II y el Rosario

El 16 de octubre de 2002, el Papa Juan Pablo II presentaba la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae (El Rosario de la Virgen María) donde propuso incluir 5 nuevos misterios de la vida de Jesús para rezar los días jueves.

San Juan Pablo II definió al Rosario como un compendio del mensaje del Evangelio, en el que resuena la oración de María. Con el Rosario, “el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la madre del Redentor”. Y destacaba que, en los quince misterios del Rosario, según se venía rezando hasta ese momento, faltaban momentos decisivos de la vida de Jesús y que, para ser un verdadero compendio del Evangelio, no pueden estar ausentes.

Por este motivo sugirió esta incorporación para contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo, desde el Bautismo hasta la Pasión. Cristo es “la Luz del mundo” y por eso el Papa los llamó misterios de la luz o luminosos y se suman a los misterios dolorosos, gozosos y gloriosos para que podamos brillar en este mundo tan necesitado de Su luz.

Estos nuevos misterios no modificaron el rezo del Rosario, en lo que respecta a la cantidad de padrenuestros, avemarías y glorias, sino que se destinó un día a la semana, el jueves, para la contemplación de los misterios de la luz.

De esta forma, la nueva estructura propuesta por San Juan Pablo II, quedó de esta forma:

MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado)

MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)

MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)

MISTERIOS LUMINOSOS (jueves)

En su Carta Apostólica, el Santo Padre, nos exhortaba a rezar con frecuencia el Rosario y se expresaba, al respecto, diciendo: “El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad…”

Debe quedarnos claro que toda oración se dirige a Dios y, en el caso particular del Rosario, se hace por la intercesión de María, pero sigue siendo Cristo el interlocutor de nuestro diálogo.

 

Compartir: